Cierto día pensaba en la presencia de Dios, es presencia que es a veces tan ambigua e impalpable, que preferí pensar mejor en la ausencia de Dios; sonaba más real, más fácil de llevar para mi mente finita y egoísta, por cierto, pues cuestionar la presencia de Dios parece parte de lo normal, ¿y qué hay de Dios? ¿Siente acaso Él mi presencia? Preguntándome ahora esto, escribí: Cúrame del vacío y de la nostalgia de Ti, De tu esencia, de tu figura en mí. Cúrame de la ausencia del Cielo en mi jardín, De la soledad de estar rodeada de gente, pero sin Ti. Cúrame de lo efímero, La eternidad me sabe a muerte, sin Tu risa allí. Cúrame del vacío, del vacío de Ti. Porque me faltas, me faltas, me falta, Que mi ser y el Tuyo, uno sean. Me faltan Tus ojos incesantes, Aquellos que recorren todo el día el planeta buscando a alguien a quien conquistar. Me falta Tu boca creativa, Esa que susurra lo que hoy no es, pero será. Y justo cuando me voy a perder buscando el lugar llamado ho