Érase una vez, hace muchos, muchos años, anduvo por esta Tierra un hombre; pero este no era un hombre cualquiera. Él era un Príncipe, que desde su trono veía como en el mundo sólo había oscuridad. Este Príncipe veía constantemente como la gente sufría al tener un vacío en su corazón, ya que habían dejado de lado el amor del Rey, su padre. El Príncipe lloraba al ver como la gente caminaba sin rumbo, y vivían en prisión al no escuchar la voz de su padre, el Rey.
Un día, el Rey cansado del abandono de su pueblo toma una decisión radical, la cual cambiará el destino de la humanidad. - "No me queda otra alternativa..." -determinó el Rey. - "Tendré que destruir mi pueblo, no soporto verlos así, no quieren escucharme." Entonces el Príncipe al sentir la profunda angustia de su Padre, se levanta de su trono y lo abraza, entonces el Príncipe se quita su corona y se arrodilla delante de su Padre. - "Yo iré, el mundo necesita oír que hay alguien que puede convertir su oscuridad en luz, que hay alguien que los ama con amor eterno, que hay que puede hacer sus cargas ligeras, ¡ELLOS NECESITAN SABER QUE HAY ALGUIEN QUE PUEDE DAR LIBERTAD Y PROPÓSITO A SUS VIDAS!." - "Ve, Hijo, porque a causa de ti muchos volverán sus ojos a mí, y conocerán mi nombre."
El Príncipe bajó al Pueblo y anduvo entre la gente comunicándoles la Salvación para sus vidas. Muchos le siguieron, otros muchos lo persiguieron, estos hicieron lo posible por matarlo, pero el propósito del Príncipe era su más grande obsesión; No moriría sin que antes todos entendieran que su Padre... era el amor. Después de muchos años de caminar con la gente, su propósito se vería cumplido. Sus perseguidores lo capturan, y cuelgan su cuerpo en una cruz, donde hasta la última gota de sangre es derramada. - "Mi trabajo ha terminado." - y expiró.
Pero lo que nadie hasta ese momento sabía era que en medio de la muerte, el Príncipe rompería toda cadena y maldición para el pueblo. Tres días después se levanta como un León, para volver al trono junto a su Padre. Al llegar al trono, su padre le extiende los brazos diciéndole "Ven con Papá, buen trabajo, en ti tengo complacencia, amado Hijo." El Príncipe gozoso mira el pueblo desde su ventana - "Y desde ahora en adelante, todo aquel que recuerde mi mensaje y lo atesore en su corazón, recibirá mi corona, yo viviré en ellos y ellos en mí, porque un día volveré por ellos para compartir un banquete eternamente..."
Nunca le ví un sentido a la Navidad, hasta hoy, que comprendo que hace mucho tiempo anduvo por esta Tierra, Jesucristo, el Hijo de Dios, el cual vino a llevarse cautiva la cautividad y hacernos libres, para poder finalmente disfrutar la vida, la verdadera vida, andar como Él anduvo, amando. Hoy doy gracias, y daré gracias por el resto de mi vida a mi Jesús, el amado de mi alma, el que me ama a pesar de todo, ¡EL QUE ME HA HECHO LIBRE! El que me da la convicción de que un día llegaré a ese trono para disfrutar de su eterno banquete. El que me asegura que un día estaré ante el Rey, que me extenderá los brazos y me dirá "Ven con Papá".
TE AMO JESÚS.
Bienvenido a mi corazón, y gracias, gracias, gracias por ser el mejor REGALO que pude haber recibido.