El inquebrantable abogado de fino terno blanco se desplaza,
En sus ojos hay fulgor.
Él lo sabe, esta seguro de ser el mejor defensor.
Y al abrir su boca, la audiencia sencillamente calla.
Su palabras cambian la historia;
Hacen del perdedor un campeón.
Con solo levantar su mano ordena al escritor a tipear un punto y final.
Un nuevo capítulo está por comenzar.
Porque esto es lo que está escrito en mi expediente:
Condenada por siempre a libertad.
Él lo ha declarado:
No señores, esto no ha terminado.
Y al salir de la prisión no queda más que exclamar,
Que viviré la vida para luchar por nuestros sueños,
Y alcanzar aquello por lo cual Él me rescató.
Caso cerrado.