Alguien corría a buscarme. ¿A mí? Yo pensaba irme a mi casa y... seguir viviendo como si nada ocurriese, como si a nadie le importase, y de hecho, así era; o eso pensaba. Cuesta un poco creer que estás en el pensamiento de alguien cuando el entorno te ha gritado lo contrario durante más de la mitad de tu existencia. Han sido instantes incalculables en los cuales no he dudado en que mi valor es semejante al de usar un lápiz como zapato, no puedes tú... venir a decirme lo contrario. Pero ahí estás tú otra vez: girando mi insignificante mundo, volteando mis absurdas convicciones, acabando con la ilusoria fantasía, haciendo de la locura una realidad.
Pero tú estás ahí, recogiendo la basura como aquella primera vez, sacándole brillo al suelo de mis días, ordenando los estantes de nuestra historia, encontrando los versos que no te escribí, rompiendo en mil pedazos mis sonetos de nostalgia, barriendo la entrada de los caminos que vamos a emprender, abriendo las ventanas de lo que pronto nuestros ojos van a ver, corriendo las cortinas de mi oscura habitación para finalmente despertar. Mis ojos se abren instantáneamente al ver el resplandor por todo alrededor, la dulce y a la vez fuerte voz acaba con el letargo. Alguien llama, pero no están llamando por cualquier nombre, están llamando por mi nombre. El olor a pastel recién salido del horno sigue la voz, y la cuchara golpeando contra la taza de té le anuncia a mis dormidos pies que es hora de levantarse. Una sonrisa se dibuja en su rostro al... ¿verme? ¿Sonríe por verme? ¿A mí? Esto es tan ilógico como usar un lápiz como zapato. Pero la mesa está servida y ahí estás tú otra vez: girando mi insignificante mundo, volteando mis absurdas convicciones, acabando con la ilusoria fantasía, haciendo de la locura una realidad, como solo tú sabes hacerlo, como si nos conociésemos de toda una vida. Una cálida mano llena de llagas me ofrece el té con pastel y un lápiz, Su voz quebrantó un corazón: Mira esta página nueva, comencemos a escribir.
Y solo puedo pensar: Esto es tan ilógico como usar un lápiz como zapato.
Esto es tan... como tú.
Entonces vi tu sonrisa y no dude, me miraste y solo callé.
Ahora todo está bien.
Tomé el lápiz y comencé:
"Alguien corría a buscarme. ¿A mí? Yo pensaba irme a mi casa y seguir viviendo como si nada ocurriese, como si a nadie le importase, y de hecho, así era; o eso pensaba..."