Eres todo lo que me queda para volver a comenzar.
Mi porción, mi herencia, mi “todo lo que tengo”.
Aún te quedas, perseverante.
Aún apuestas por mí, valiente.
Pensaba en tu carácter y quise cruzar el mar para llegar a ser como tú, aunque me ahogue en el intento.
¿Sabes? He vuelto a tropezar.
Te dije lucharía por tu sueño pero al intentar hacerlo mío vuelvo a caer.
Y vuelvo a preguntar en esta inmensa oscuridad:
¿cómo es que te quedas a mi lado sin titubear?
Posaste tus ojos en mí aun sabiendo que iba a fallar.
En la sala del juicio me halle.
Pero el abogado vestido de blanco se acerca a mi oído a susurrar: No te voy a abandonar.
Lo comprendo.
Hey, abogado… una cicatriz en tu muñeca me da la señal.
No es necesario alzar mis manos a las nubes para intentarte alcanzar;
Veo en mi interior y ahí estás.
Voy a cruzar el mar.